Hábitos Alimenticios y el Rendimiento Académico

El tiempo dedicado a asistir a clases, estudiar, repasar para los exámenes, etc. suele implicar una disminución del tiempo para comer. Las comidas suelen reducirse a su más mínima expresión: o se salta la comida (“¡No tengo tiempo!”) o se engulle un sandwich en el tiempo de transporte (“No tengo otra cosa”).

El saltarse una comida tiene un impacto directo en la ganancia de peso y supone un déficit de aportación energética por lo que no se rinde igual.

El dedicar poco tiempo a la comida implica que la sensación de saciedad no se alcanza rápidamente y se tiende a comer más y engordar. El cerebro necesita como mínimo 20 minutos para destilar la hormona de la saciedad al resto del cuerpo. Si una comida se despacha en 5 minutos, tu organismo no integra que has comido y volverás a tener hambre al poco rato.

Si bien tiene un Gran impacto la alimentación en la rendición de actividades académicas, pues una vez que tiene hambre el estudiante, ya no se concentra y siente la necesidad de salir a buscar de comer.

Un entorno alimentario escolar saludable es aquel impacta positivamente en el derecho a la alimentación adecuada de niñas, niños y adolescentes.

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